martes, 9 de marzo de 2010

Piano Joselyn


Joselyn tocando el piano en la playa no es nada o es muy poco, pero si aparece por allí Mr. Young con su fuerza enorme y sus costumbres no del todo superadas, entonces el día cambia para todos, y de ese viejo resplandor que te pega en las entrañas sacas la conclusión libre: no estamos solos aquí, hay esperanza. Pero como sólo eres un niño o hace poco que lo fuiste no te entretienes en pensar, adoptas la primera pose conveniente y te entregas a fondo. No te culpo, no te culpo, porque eres joven y libre y las palomitas te gustan sin mantequilla, está bien, bien; digo, tienes dinero, lo tendrás, sólo cuestión de tiempo, de suerte y a ti te sobra; todo eso que llevas atado en las muñecas, pintado en las uñas, ¿lo has hecho tú?, ¿ha sido ella?, es precioso, es precioso, adelante, adelante, ve con todo.

Si vas a tropezar con el lechero por la mañana temprano, cuando apenas llevas la cabeza sobre los hombros y te chifla pensar que siempre sueñas algo que nunca recuerdas, entonces esquívalo, es mi consejo, esquiva al lechero y sigue al hombre de la flor en el gorro, al hombre duende de la chaqueta verde o casi azul a la luz, síguelo porque esconde una respuesta. Y si las flores y las casas con las flores y las ventanas abiertas, si las niñas y sus madres, entonces déjalo todo atrás y abandona tu casa, ¿por qué no dejas tu casa y te encierras fuera?

Hay dos chicas junto a la verja de la entrada, una de ellas lleva diez horas cantando:

“Oh, sweet old youth, how we love you…”

Su hermana aún no tiene edad para nada, sostiene una linterna en la mano y se hurga la nariz con delicadeza, le gusta comportarse como si en casa la esperasen quince mayordomos, dos docenas de algo caro y treinta y cuatro habitaciones más seis baños, pero oh, oh, sólo es tan joven.

Somos extraños, extraños, extraños…va repitiendo el niño de las orejas abanadas como palmas abiertas mientras camina con su gordo amigo tan hermoso de ver atravesando el aire, y sin pensarlo aparece de pronto un arquetipo fucsia, un arquetipo de entretiempo con todo lo que al niño de las orejas abanadas hace soñar y sueña. El arquetipo agacha la cabeza, se dirige al gordito, dice:

“No es que te guste comer, es cómo comes.”

Y abraza al experimento de orejas abanadas con sonrisa color, se alejan juntos.

Es el día de Sol para todos, la especialidad naturaleza, así que ve a buscar a cinco más y tenlos abrazados. Al menos siete horas.

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