miércoles, 10 de febrero de 2010

Conejo


Con la cabeza en el huerto, el agricultor llega allí desde aquí, de aquí hasta allí. El agricultor se agacha a coger el anillo, el anillo entre los carpobrotus o la mala hierba. Un anillazo. Anillón. “Lo que llega a crecer entre las matas”, piensa y aunque no son matas, no hay matas por ninguna parte. Nacido conejo corre a esconderse entre las ahora sí matas, esta vez. “¡Conejo, te he visto!”, grita el agrihuertor, agrio. Y se lanza tras su presa que ahora es Conejo libre por el momento hasta que el viejo agriagrio no demuestre lo contrario. Resbalando sobre los carpobrotus como bailando en hielo, Conejo a tres pasos, cinco pasos, madriguera. “¡Maldito, te conejaré!”, grita entusiasta no, sino enfadado. “Si sólo mi sueldo agrario me lo permitiera te llenaría la cochina madriguera de cualquier cosa-veneno, espera, espera, espera”, lamenta el agrimensor y continúa viviendo. Conejo ya está a salvo, coneja su mente y cobija su cuerpo, solo entre la tierra y bajo los brotes, los brotes de siemprevivas y las raíces bulbosas que mastica cuando tiene Hambre. Con sus dientes delanteros destruye destructor el campo desde abajo, galerías. Conejillo lindo entre los brazos de la niña guapa, pero Conejo destructor a campo abierto, bajo la manta terrera del sembrado tan de punta en verde. Le apetece un poco de conejar zanahoria, de masticonejar brotes suculentos antes de que aparezcan las aves carroñeras, las aves como bulldozers arando la tierra, quebrándola y latrocinando sus frutos. Así que abandona la Madreguera y masticonea los frutos, futuro estómago: masticonea más, masticonea, ¡croch, croch!, dulce entre los dientes, ¡ZÁS! ¡Cazado para siempre! La zarpa del agrihuertor se le echa encima sin peso, pero incomible, incarroñable, inmasticable, interesante situación, Comeconejo. Y los Conejos que comen no saben gritar ni pueden. Un Conejo domesticado por la comida: comesticado así. No y no lo mata el viejo agrihuertor, sino que hace con él algo mejor y lo adopta, quiero decir lo encierra entre rejas de alambre y lo ceba a disgusto. Porque Conejo sabe que no debe pero al tiempo no puede no comer lo que le ceba a discreción sobre la paja sucia. Sabe que lo ceban para aniquilarlo, que lo domestican para arrebatarle lo más valioso. Pero no puede no comer, no puede no comesticarse. ¡Tristes comesticación, masticación y deglución conejas! Lo inundan como a un Pavo, lo llenan de comida como a una despensa, día a día, semana a semana. Gordo como una pupa y Comeconejo no sabe no tragar, sigue engullendo. Pavejo de Navidad, gordo y esbelto. Pelaje brillante, tendones sabrosos, dulce grasa en los huesos, Conejo...¡Huye,Conejo!

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