-Leo, escucha.
-Qué quieres.
-Oí a mamá decir que todos somos hijos de un mismo padre.
-Bueno, eso ya lo sabías.
-¡Pero también Clara! ¡Y Juanjo! ¡Y Tamayo, el tendero!
-¿Hijos de papá? ¿Cómo es eso?
-Sí. Se lo escuché a mamá cuando hablaba con el cura.
-¿Qué es el cura?
-El viejo gordo que viene a ver a papá algunas veces. Ya sabes quién.
-¿Ese señor es el padre de todos?
-No. Yo creo que mamá se refería a papá.
-¿Papá es el padre de ese señor gordo, también?
-Parece que sí. Es una locura, ¿verdad?
-No me lo creo.
-Pues lo ha dicho mamá. ¿Mamá es una mentirosa?
-No habrás escuchado bien.
-Escuché perfectamente. Dijo: “Porque nunca dejo de tener presente que todos somos hijos de un mismo padre, puede usted creerme.”
-¿Y qué hacía ese señor hablando con mamá?
-No lo sé.
-Sí que es extraño, todo.
-Luego dejé de escucharles.
-¿Se marcharon?
-No, no lo creo. Al poco mamá estaba diciéndole por lo bajo que iba a hacerle padre de sus hijos.
-¿Los hijos de quién, esta vez?
-¡No lo sé!
-Mañana lo preguntamos.
-Vale.
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Claro que me los leo todos.
ResponderEliminarPero de dónde sacas tanto ingenio, las conversaciones son geniales y reales.
Me encantan tu blog y el de John, sois dos estilos distintos, John tiene la habilidad para el relato largo descriptivo con colores y tu habilidad es el ingenio de esas conversaciones que son auténticas.
Gracias a ti por escribirlos
Un abrazo
Ya me gustaría a mi escribir como vosotros
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