lunes, 25 de mayo de 2009

Knees

Fue después de meterle la cabeza en el váter y hacerle vomitar todo lo que llevaba dentro. No me sentí mejor. Así que la eché de casa con lo puesto, ni siquiera la dejé llevarse el bolso. Estuvo machacando la puerta durante dos horas, después de eso, pero yo ya no la oía. No escuchaba nada, en realidad. Y no era por el sueño. Había cerrado los ojos, pero mantenía la mente despierta. Todas esas visiones que vinieron después…Cuando llegó la luz, abrí los ojos y dejé el bolso de ella apoyado en la puerta, por fuera. Volví a cerrar y me metí en la cama. Entonces sí dormí.

La noche anterior empezó con ella sobándome la entrepierna a las primeras de cambio. La veía por primera vez en aquella esquina, la falda apenas bastaba para taparle el culo y la raja del escote en su vestido bajaba como un río hasta la hebilla del cinto. Una guarra cualquiera. Lo siguiente fue meterme la lengua en la boca, sentirla dentro de golpe y sin aviso, la mano de ella apretándome aún más fuerte los cojones. Rodamos hasta el baño del fondo de una pared a otra, girando ella sobre mí, yo sobre ella. Luego la puse a dos patas sobre la tapa del retrete y le di por el culo hasta quedarme sin fuerzas. Gemía como siete perras a las que estuvieran retorciendo el cuello, la hijaputa. De haber estado más sobrio le habría tapado la boca por que no entrasen a sacarnos de allí los camareros.

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