domingo, 3 de mayo de 2009

Paseo inglés


Hay tierra por todas partes y siempre puedes excavar, cavar un hoyo o una zanja y sentarte allí a comer un bocadillo. Nunca es demasiado tarde cuando entiendes la hora por el sol y llevas comida en la mochila. No necesitas gorra y el agua la bebes como viene de la corriente. Entre ribazos. Sentado allí con los perros al otro lado y te parece que a cualquiera le encantaría un trozo de papel pero tú tienes las hojas secas debajo del culo y ahora sientes la superficie áspera raspándote las yemas, te libras de los restos y lo siguiente es una cabezada, echarte sobre un costado y cerrar los ojos, sin ni un alma allí, porque no hay nadie a diez kilómetros a la redonda y además tienes la casa del árbol. Cómo te encantaría una barca, pero tendrá que esperar, y de todos modos dónde sino en la costa, y eso queda lejos, bien lejos, cuarenta o cincuenta kilómetros desde tu punto, y quién necesita una barca cuando es gratis abrir la boca, los oídos, y cerrar los ojos.

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