miércoles, 29 de abril de 2009

Ragged company


De entre las flores, el diablo. Sabes que es el diablo aunque parece una niña. Lleva esa cesta en la mano que de repente es un ramo de flores, luego se pierde. Ahora le quedan las manos vacías y te ha puesto los ojos, inclina la cabeza a un lado, las margaritas se elevan dos palmos del suelo y oyes cantar a los escarabajos. Detrás de ella los montes y las hoyas verdes, las lomas, la colina. Hay un cartel porque podrías perderte. Subiendo la pendiente llegas a esa casa, lo que haces. Dejas a la niña atrás, masticando hierba, parece que le gusta. Vuelve a ponerte los ojos. Pasa un cuervo. A media altura, subiendo la cuesta, empiezan a dolerte las rodillas, pero es un dolor agradable, gusta mucho. Dirías que llueve, caen algunas gotas. En la cima te sientas o te tumbas, tienes la puerta al lado con el timbre en alto. Los perros están ladrando que has aparecido. Sin enterarte estás tocando el timbre. Es el diablo, la niña, quien abre la puerta…

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