lunes, 13 de abril de 2009

BACTA ALACTA

Así que cuando al místico lo trabaron por los brazos y le metieron una aguda hebra de mimbre por el culo ya no quiso saber nada de la paz perpetua: se agitaba, revolviéndose entre las manos de sus captores, gritaba que Dios iba a hacer de ellos los últimos del Juicio, destinarlos al limbo, cosa peor, al infierno. Cuando no pudo más rindió las fuerzas y se entretuvo en balbucir por lo bajo, silabeando como un monomaníaco: “Bacta alacta, bacta alacta, bacta alacta…” Al fin, el más joven de los secuestradores se acercó a su oído y le preguntó por el significado oculto de aquel mantra. El místico entreabrió los ojos y sosteniendo al joven por el cuello, respondió con voz rota: “Hijo, dirías cosas mucho peores con una espina en el ojo del culo.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario