miércoles, 15 de abril de 2009

Self made man


“Tío, ésta sí es la tierra de las oportunidades. Las verdaderas oportunidades. Todo lo demás, lo que has visto hasta ahora, es nada en comparación, puedes creerme. Hostia, ¿cómo cojones crees que he llegado adonde estoy? Yo estaba como tú, peor, lo último que se me pasaba por la cabeza entonces era dar el salto, cambiar de vida. No podía, no parecía haber tiempo para algo como eso en medio de tanta vaina. No me decidía, tenía todo ese miedo cabrón metido en los huesos, lo mismo que tú ahora. Era exactamente como un niño, manso y bien templado, conducta ejemplar pero más vago que el carajo. El tipo más gandul que te hayas echado a la cara. Todo era fácil entonces, en cierto sentido. Incluso más que ahora. Pero me decidí. No iba a estar toda mi vida acarreando sacos de mierda, hermano, no nací para eso. Joder, puede que en todos esos años, hasta hace bien poco, no hiciera otra cosa que perder el tiempo. Pero las tornas han cambiado. Y desde luego cuando me llegue el turno no van a encontrarme muerto de asco entre cubos de basura. No señor. ¿Sabes cuál era mi trabajo hasta que decidí terminar con todo y volver a empezar? Vaciaba contenedores, tío. Era basurero, qué cojones. ¡Basurero, hermano! ¡Con esta cabeza! Desde luego, ésa no era una vida para mí, no señor. Ahora sí vivo bien, antes no. Antes no podía ni ir al retrete sin pedir permiso. Eramos doce en mi casa. Ja, treinta y cuatro años y viviendo con mis padres, ¿te imaginas? Mis padres y mis hermanos. Todos allí metidos. Hacinados como cerdos. La mitad del tiempo aquello era un jodido manicomio, créeme. Y por supuesto podías olvidarte de llevar a cualquier zorra hasta allí. ¿Dónde huevos ibas a templártela? No quedaba un jodido hueco libre en aquella casa, así de sencillo. Ni medio centímetro. Si acaso la habitación de mi hermana, pero a ella la necesidad le apretaba siempre tanto o más que a mí: si alguien jodía en aquel cuarto era ella. No había espacio para otros. Siempre un tío entre las sábanas, incluso a veces dos al mismo tiempo. Entiéndeme bien, a mí eso me importaba un huevo, que se templase a quien le saliera de los cojones, nunca tuve nada en contra, no era como: “Hostia, es mi hermana, ¿quién cojones es el tipo?”, asunto de ella, pero carajo, más de una vez, ya con la fulana de turno bajo el brazo, me veía haciendo malabares para encontrar un sitio...”

No hay comentarios:

Publicar un comentario