
En la margen izquierda hay un lecho de piedras cubiertas de musgo en forma de nido. Dicen que si pasas la noche descalzo sobre esas piedras, al día siguiente llegas a sentir que hayas vivido cien años en el espacio de esas ocho o diez horas. Aparte de los niños, no hay mucha gente que le haya puesto fe, y ninguno, que yo sepa, que haya querido probarlo.
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