martes, 14 de abril de 2009

Truman Capote con un paquete de lápices metido en el culo, el ala del sombrero haciendo sombra sobre su perfil derecho, y repitiendo que no tiene nada que ver con nada...Picasso: el maestro con los muslos embadurnados de mantequilla, haciendo un esfuerzo del demonio por arrancarse un pedazo con los dientes, levanta la vista, la pone en la cámara, dice: "Je suis l´temps", y de pronto cauteriza en su frente la sucesión completa de Fibonacci, alternando algoritmos impares y galletas rellenas de nata, a razón de una de éstas por cada par de aquellas. Pablo sonríe satisfecho, bizquea para todos y un segundo después se desploma en peso, de espaldas sobre su particular paraíso de bricks de un litro de leche del día, mientras el aire se cuaja al instante de plumas romas, pavesas de carboncillo y afiladores de plástico.

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