domingo, 17 de mayo de 2009

Baumwolle


Me acunaba en sus brazos, decía: vas a volver adonde crece el algodón y las tardes son tan largas como eso, volverás un día. Fue donde los grandes campos, donde los lagos y los árboles de treinta metros, donde las largas hileras de gansos, las ranas toro y el hogar junto a la chimenea. Con la soga colgando de la rama más alta, la casa en el árbol, la lluvia los domingos y las tardes rastrojando, roturando, removiendo la tierra con los ojos fijos en el cielo. Abrojos y las manos llenas de cardos, los dedos trabados de púas, las rodillas sajadas, la sonrisa en la boca. Allí no hablaba nadie, los días eran largos.

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